El titular ha salido en diversos medios en las últimas semanas: “la cesárea afecta al cerebro del bebé, según científicos estadounidenses“. En realidad el titular es erróneo por varias razones: la primera autora del estudio es una científica española del Instituto Cajal, Julia Simon Areces, y son varios los científicos de dicho instituto que han colaborado con la Universidad de Yale para el mismo. Y donde dice cesárea debería detallar un aspecto muy importante: “cesárea programada”.
No tiene nada que ver para el cerebro del recién nacido ser extraído por una cesárea urgente tras un trabajo de parto que por cesárea programada. En el experimento de Simon Areces lo que hicieron fue comparar a ratones nacidos por parto vaginal con otros nacidos por cesárea. Analizaron el tamaño y la función de su hipocampo, especialmente midiendo la producción de una proteína (Ucp2) que es fundamental para la utilización de ácidos grasos por parte de las neuronas adultas. Posteriormente observaron como se comportaban los ratoncitos en la edad adulta en varios experimientos que medían su memoria espacial y su conducta en una situación estresante. Los nacidos por cesárea programada mostraban déficits significativos en ambas situaciones, así como menos proteína Ucp2 en el hipocampo, menos neuronas, más pequeñas y con menos conexiones.
Aunque sea en ratones el experimento me ha impactado pero no me ha sorprendido. A menudo me desespero en mi trabajo cuando las embarazadas me cuentan como los ginecólogos les han programado la cesárea para una u otra fecha, siempre antes de la semana 40. Llevo años estudiando e investigando qué sucede en el parto desde el punto de vista neurobiológico: cuánto más sé más me preocupa la epidemia actual de cesáreas programadas, casi siempre innecesarias. Lo que sucede en el parto porobablemente sea crítico para todo el desarrollo cerebral, y evitar el trabajo de parto mediante la cesárea programada sospecho deja secuelas en la atención, memoria y respuesta al estrés de por vida (además de todas las otras secuelas inmediatas que son bastante más conocidas). Sin embargo la mayoría de los obstetras desconocen esta información sobre el cerebro y se muestran tremendamente irritados cuando les pregunto porqué no esperan a que se inicie espontáneamente el parto al menos para hacer la cesárea, si es que esta es realmente inevitable. Raramente quieren escuchar mis argumentos: yo no soy obstetra.
Así que me encuentro con demasiada frecuencia en una disyuntiva para mi difícil: ¿comparto lo que sé con las embarazadas, aún a riesgo de asustarlas y que desconfíen de sus ginecólogos? ¿Me callo o les recomiendo que busquen una segunda opinión? La verdad es que suelo informar, pero cada vez me resulta más y más difícil atender a embarazadas en medio de tanta ignorancia y violencia obstétrica. Expresar mi sentir en este blog termina siendo una forma de terapia.
Fuente: Ibone Olza.
Fuente: Ibone Olza.
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